lunes, 30 de marzo de 2015

Los “Pinteados” de la Iglesia

Estos  pillines esperaron a que se iniciara el culto de la iglesia del domingo por la tarde, se escabulleron del templo para ir a nadar en los canales de riego, fueron las dos o tres horas más divertidas de ese domingo, pero con el final  más amargo.
Mientras en la iglesia sonaban las notas de “En la Cruz, en la cruz, do primero vi la luz”, “Santo, Santo, Santo”, y otros, la ropa quedo esparcida entre la hierba mientras estos tres chapoteaban alegremente en las frescas aguas de los pequeños canales aquel caluroso domingo en la tarde.
Normalmente los servicios en la iglesia no se distinguían por ser todo lo ameno que se deseara para un chiquillo, plebe, chilpayate o buqui, o niño. Las horas que se volvían interminables en los cultos, en aquellos momentos eran lo más amenas que podría esperarse.
El astro rey se descolgaba rápidamente hacia el horizonte, pronto se haría de noche. Aquellos niños se apresuraron a salir del agua,  recogieron su ropa y se vistieron, no mucho después de uno de ellos lanzo una exclamación de dolor, el otro se vio preocupado, antes de que reaccionaran, otro de los chicos a su vez también lanzo un grito de dolor, pronto los dos pegaban de saltos a la vez que trataban de dirigirse en dirección al pueblo.
Esa noche aquel par la paso en vela, presa de intensos dolores, alguno incluso sufrió de alta temperatura, “calentura”, le llaman.
Desde entonces creo que ni el pastor ni los demás fieles de la iglesia llegaba más temprano que aquellos niños a la hora del servicio del domingo por la tarde.

¿O alguien ha sufrido diez o quince, o más picaduras de hormiga prieta?